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SEAMOS RESPONSABLES CON EL PLANETA

No somos responsables del Planeta que recibimos, pero sí del que dejaremos.

Hace sólo unos cuantos millones de años, apareció en el planeta un tipo de mono cuya evolución lo llevó ser, lo que es el hombre en la actualidad.

Esta especie, comparativamente bastante nueva respecto de los cientos de millones de años en los que se calcula que ha habido vida en la Tierra, se diferencia de los demás primates en poco más del 1 por ciento de la estructura genética.

Esta nueva especie de mono, cuyo crecimiento demográfico se ha extendido de tal forma que ha abarcado toda la superficie planetaria, además de la tierra, se ha adueñado del aire, el agua y ha subyugado a cuanta otra especie animal o vegetal ha descubierto.

El hecho es que no solo crecemos demográficamente, sino que además, incluso en mayor medida, lo hacemos geográficamente.

Cada día utilizamos una superficie mayor para nuestras ciudades, nuestros cultivos, nuestros caminos o nuestros deshechos. Y muchos de los recursos naturales que no ponemos a nuestro servicio para consumirlos, simplemente los contaminamos de tal forma que volvemos imposible su utilización.

Es difícil saber en que momento exacto llegamos al punto de saturación del planeta, en el que superamos su capacidad de absorber y reciclar naturalmente el impacto de nuestra producción de bienes y deshechos, pero si sabemos a ciencia cierta que esto ya ha sucedido y que será muy difícil revertirlo.

Todo ser humano – con la única excepción de los niños más pequeños – tiene su cuota-parte de culpa de que el vertiginoso deterioro de nuestro hábitat persista y, en muchos casos se profundice.

Cada uno de nosotros desde su lugar, podría hacer mucho mas de lo que hace tanto por reducir su propio impacto ambiental y animar a que lo haga su entorno, como por presionar a quienes señalamos como culpables de que esto esté sucediendo.

Desde reducir el consumo tanto de bienes como de servicios y elegir con conciencia ecológica y social cuáles son los que consumimos, hasta participar en ONGs, eventos y manifestaciones populares, todas son alternativas válidas y no excluyentes para que cuando tengamos que dar explicaciones a nuestros niños de lo que nosotros hemos hecho y hacemos cada día para que ellos vivan en un mundo mejor al nuestro, podamos hacerlo sin vergüenza y con orgullo.

Porque si queremos poder mirar a los ojos a un niño sin que nuestra conciencia nos haga evadir esa pura mirada, sin que nuestras palabras al explicarle por qué el mundo en el que tendrá que vivir carece de todo sentido de justicia social, por qué es cruel en el trato hacia nuestros pares y peor aun hacia otras especies, se comporta de forma irracional e insustentable en el uso de sus recursos agotables y egoísta respecto de sus sucesores, primero deberemos hacer un esfuerzo muy grande, cada día de nuestra vida, para que su mundo sea mejor que el nuestro.

Si queremos poder mirar a nuestros niños a los ojos, con la tranquilidad de que desde nuestro lugar, mas allá de limitaciones de tiempo, de dinero, de salud o de cualquier otra índole, hacemos todo lo posible para que vivan en un mundo de paz, de solidaridad, justicia, igualdad, respeto por la diversidad cultural y biológica; tenemos que tener un compromiso permanente en la lucha por que su vida transcurra en un mundo mucho mejor al que nosotros hemos heredado.

Porque aunque no tengamos culpa alguna del estado en el que lo hemos recibido. Sí seremos responsables, cada uno de nosotros, por acción o falta de ésta, del estado en el que lo dejemos.

Fuente:
http://www.ecoportal.net

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